Rancho Las Voces: Artes Plásticas / Entrevista a Raquel Tibol
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viernes, marzo 09, 2012

Artes Plásticas / Entrevista a Raquel Tibol

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La crítica de arte, escritora, periodista y curadora. (Foto: Archivo)

C iudad Juárez, Chihuahua, 8 de marzo 2012. (RanchoNEWS).- «El Día Internacional de la Mujer hoy lo celebra mucha gente con un ramo de flores, una cajita de chocolates, una invitación al restaurante, o una invitación al hotel de paso». Una nota de Sonia Sierra para El Universal

Raquel Tibol contrasta los modos actuales de festejo de esta fecha con los motivos que en 1910 llevaron a Clara Zetkin y a Rosa Luxemburgo, durante el Congreso de la II Internacional Socialista, en Copenhague, a proponer tal conmemoración.

A 80 de celebrarse en México, «el Día Internacional de la Mujer trabajadora se deforma convirtiéndolo, para una parte no despreciable de la población, en una celebración. Se hacen premiaciones y esto y lo otro, sin poner el acento en las necesidades primordiales de las mujeres».

A los 88 años, Tibol –testigo excepcional del desarrollo de las artes y la cultura en México– acude constantemente a su memoria para introducir un tema. No quiere hacer una semblanza suya en el día de la mujer; prefiere espulgar en la historia. Esa ha sido la base de su trabajo:

«Jamás doy el maquinazo, aunque sea un tema que conozca, reviso libros para no repetir, para no equivocarme. Soy periodista de investigación», dice en entrevista telefónica.

La crítica de arte, escritora, periodista y curadora, que llegó a México por invitación de Diego Rivera, que ha escrito libros sobre varios de los grandes artistas nacionales del siglo XX, reconoce que no puede, como lo hizo durante décadas, recorrer una a una las galerías de la ciudad –desde Coyoacán hasta Peralvillo, por ejemplo–, curar años seguidos las obras de un artista –como lo hizo con Rufino Tamayo–, o viajar en un año hasta por cuatro ciudades de tres países para montar exposiciones. Pero la memoria sí que la lleva por cada uno de esos lugares, al encuentro con los personajes, las anécdotas.

Rigurosa como pocos, Tibol se empeña en citar el nombre preciso, la fecha, el título, la escena; es el mismo empeño que demanda a todos en el uso del idioma.

A punto de cumplir 60 años en México –llegó en mayo de 1953– y 90 de vida –nació en 1923 en la provincia de Entre Ríos, Argentina–, Tibol ha vuelto a la literatura, esa primera vocación por la cual en 1950 publicó el primero de más de 30 libros, Comenzar es la esperanza, de cuentos, género en el que hoy incursiona otra vez.

«Tengo comenzado uno muy completo y muy complejo», dice pero se niega a dar más detalles.

«No se adelanta porque entonces se sala. Yo digo que no creo en Jesucristo, ni en Mahoma; soy agnóstica total, pero creo en las saladas».

¿En que más cree?

En que hay que trabajar con honestidad. En que hay que combatir cualquier tipo de corrupción en cualquiera de los terrenos, que hay que estar en contra de los gobernantes mentirosos, corruptos y ladrones; que hay que estar atentos. Casi todo lo que yo escribo tiene un contenido de trasfondo social. Aunque me refiera a otros temas menos sociales, aunque no he pertenecido a un partido político siempre he estado atenta a las posiciones de izquierda. Fui fundadora del Movimiento de Liberación Nacional del general Cárdenas que se creó en el 60.

«Soy una persona que no hace concesiones, me cueste lo que me cueste. Hay que ser honesto en esta vida: una cosa es ser agnóstico y otra cosa es dejar a un lado lo que es honestidad, lo que es rigor, lo que debe ser».

¿Qué espera usted de este año electoral en México?

Espero que la gente impida que hagan la trampa que hizo el equipo de Calderón cuando no ganó la elección. El asunto es que hay que esperar con mucho escepticismo que sea una votación legal, ojalá lo fuera. Si es legal va a ganar López Obrador, si es ilegal va a ganar el del copete.

En el siglo XIX

Raquel Tibol no usa celular, ni computadora y mucho menos Internet. Tiene cuatro máquinas Olivetti por aquello de que si una falla, acude a otra. Es por eso que cuando se le pregunta por sus tiempos de escritura y otros hábitos de trabajo no duda en decir: «Vivo en el siglo XIX. Me acomoda así porque fueron tantos años de escribir de esa manera que no tengo ganas de adecuar mi ritmo de trabajo, mi mecánica intelectual a los nuevos instrumentos».

Cuando llegó a México, en 1953, Tibol venía con su hija mayor; con el historiador e investigador Boris Rosen, con quien se casó en 1957, tuvo a su segundo hijo, padre de sus dos nietas, una de 20 años y la otra de 17. Vive en la colonia Nueva Anzures, escribe cuando quiere, va acompañada a ver algunas exposiciones o al cine, aunque admite que es muy selectiva. Le gustó El Artista.

«Una gente mayor le saca la sabrosura al entrelineado que tiene de crítica al cine hollywoodense, de sexo, violencia y más violencia, ésta que no tiene nada de eso».

¿Va a ver exposiciones?

Tengo 88 años y no le cuento todas las enfermedades que tengo porque la aburriría. No he dejado de trabajar, pero trabajo al ritmo que me permite mi corazón enfermo. Estoy con médicos, no me descuido, eso me ha permitido llevar una vida bastante normal y, como puede ver, todavía la cabeza me funciona.

«Aprovecho ocasiones cuando hay público para referirme a situaciones problemáticas, por ejemplo la diferencia entre los antiguos coleccionistas, tipo Carrillo Gil, Stavenhagen, Rivera no se diga… eran de una generosidad impresionante».

¿Los compara con los actuales?

En general hay muchos frívolos que compran para lucirse con los amigos o no saben lo que compran.

¿Y a los artistas de hoy, cómo los ve frente a los de ayer?

No comparo generaciones, eso de decir: ‘Ay, Diego, Siqueiros, Frida, Tamayo.’ No. Cada quien su mundo.

¿Y a las mujeres cómo las ve?

La mujer ha avanzado enormemente, por ejemplo en ciencia, medicina, química, astronomía, en muchísimos campos. Que no haya en México, por parte del Ejecutivo, apoyo a la ciencia, hace que hombres y mujeres de primer nivel no encuentren trabajo. El gobierno nada más felicita al Sub 17, de eso se ocupa: de saludar a los deportistas.


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