Rancho Las Voces: Literatura / Entrevista a Ignacio Solares por Doany Domínguez Ortiz
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martes, noviembre 06, 2012

Literatura / Entrevista a Ignacio Solares por Doany Domínguez Ortiz

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El escritor chihuahuense. (Foto: El Heraldo)

C iudad Juárez, Chihuahua. 16 de octubre de 2012. (RanchoNEWS).- Yo prefiero perder un amigo que una buena broma, declara Ignacio Solares, el escritor, narrador, periodista, dramaturgo y director de teatro, así como promotor y editor cultural juarense, en su visita a Chihuahua este fin de semana en que presentó su libro Los Colores del Recuerdo, Chihuahua, ríos de luz y tinta, con el que se conmemoraron 303 años de fundación de la capital del estado, escribe Doany Domínguez Ortiz para El Heraldo de Chihuahua:

Ignacio Solares Bernal, dentro de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), ha tenido a su cargo la dirección de Teatro y Danza, el Departamento de Literatura, la coordinación de Difusión Cultural, así como es titular del programa semanal Revista de la Universidad de México en TV UNAM y director de la revista del mismo nombre.

Ha escrito diversos géneros, entre ellos la novela histórica de ficción, la crónica periodística y el género fantástico, y el ensayo. Su estilo en sus obras de ficción es conocido por las apariciones místicas y «dislocaciones de la realidad». Su obra La invasión, escrita en 2004, se convirtió en un best seller en México y España.

Su obra Anónimo, escrita en 1979, ha sido comparada con La metamorfosis de Franz Kafka. Varias de sus obras han sido traducidas al idioma inglés, entre ellas: Yankee Invasion, Madero's Judgment y Delirium Tremens. Ha incursionado en el teatro con once obras, entre ellas El problema es otro y la sátira política El gran elector.

Solares ha entrevistado a Carlos Fuentes, Erich Fromm, a Mario Vargas Llosa, Gabriel García Márquez, Jorge Luis Borges, entre muchos otros. Asimismo dentro de algunos premios y distinciones de Solares destacan: Premio Magda Donato, en 1989 por su obra Casa de encantamiento; Premio Literario Internacional «Diana/Novedades», en 1991 por La noche de Ángeles; Premio Julio Bracho, en 1992 por El jefe máximo; Premio Sergio Magaña, Premio Sor Juana Inés de la Cruz y Premio Juan Ruiz de Alarcón por su obra teatral El gran elector; Premio Nacional de Periodismo de México en el área de Divulgación Cultural, en 1994; Premio Nacional de Literatura José Fuentes Mares, en 1996 por Nen, la inútil; Premio Xavier Villaurrutia, en 1998 por su novela El sitio; Premio Mazatlán de Literatura, en 2004; Premio Nacional de Periodismo Cultural Fernando Benítez, en 2008; Premio Nacional de Ciencias y Artes en el área de Lingüística y Literatura, en 2010 por el gobierno de México, entre otros.

¿Se necesita ser sumamente culto para entender la mente de un literato?

De acuerdo al sapo, es la pedrada. Es decir, depende del contexto y del tipo de literatura. No es lo mismo Hegel o Carpentier, donde para entender a éste último hay que consultar el diccionario en palabra que usa, a Savater que es más ligero.

¿Y cómo han estado «los sapos» para Ignacio Solares?

Para mí han estado divertidos, desde que decido dedicarme a escribir y mi padre me dijo: si quieres estudiar letras, eso comerás y así ha sido.

¿Si no hubiera sido escritor, qué hubiera sido?

Ser escritor es un oficio muy angustioso, muy sometido, solitario, y eso es lo peor. Quizá me hubiera gustado ser un gran clavadista, un buen chofer o mesero. Me gustan muchos oficios y cuando los escribo en cierta manera los soy todos. Yo empecé jugando desde muy niño a ser escritor y me quedé prendado en eso. No entiendo la vida sin escribir.

Pero entonces, ¿ser escritor es un personaje o un oficio para usted?

Lo que pasa es que yo creo mucho que uno se transforma en sus personajes, por eso los eliges y te obsesionan y algo tienen de ti y tú de ellos, por eso se elige este oficio. Yo en el Jefe Máximo me clavé con Calles, por ser espiritista, primero y porque fundó el PRI (Partido Revolucionario Institucional). Por ser canijo y brillante.

Y, el PRI ¿qué es?

Es la visión más aguda que ha tenido un estadista mexicano del siglo pasado. Fundar el PRI como lo hizo Calles en el '29 transformó este país. No hay duda de que después de tantas guerras civiles, de 30 años de dictadura, Calles dio un golpe de timón brutal y logró lo que no había logrado ningún país, nadie en el mundo. Yo creo que Calles participó en la muerte de Obregón, quien ya no podía... pero realmente fue impresionante su visión para lograr darle a México, 70 años de paz. Sólo comparar este país con otros latinoamericanos, Argentina, Paraguay, Chile, Perú, Nicaragua, con el que sea. México es incomparable. Ahora bien los tiempos cambian, ahorita no estamos para el viejo PRI, sino para que saque todo lo bueno que tuvo que no fue poco. Porque tuvo cosas malas represión, antidemocracia, sojuzgamiento, sometimiento... la definición de Vargas Llosa es la mejor que hay del PRI: "la dictadura perfecta".

Entonces, le apasiona Calles porque en el fondo se obsesionó con quien se convierte en parteaguas en la historia...

Calles, el espiritista, me identifica con él porque la posibilidad de ver fantasmas me fascina, como los sueños, la literatura... lo que no soporto es la realidad. Todo lo que me evada de ella y me permita su reconstrucción me identifica.

Ignacio Solares, ¿el inadaptado?

Todos los creadores, principalmente escritores, somos inadaptados, por eso creamos algo que nos recree la realidad, la que hay que nos choca, por una que nos acomode. Yo tengo una autodefinición: soy obsesivo-compulsivo y maniaco-depresivo. Y eso no se quita.

Parafraseando a un autor que le gusta mucho, William Styron: ¿escribir lo salva de esa visible oscuridad o lo adentra más?

La oscuridad para mí es precisamente la neurosis, la locura, no saber qué hacer contigo y tu vida; en cambio escribir es darme sentido, es reflejarme, es entrar en contacto con mis fantasmas. Cuando agarro vuelo para escribir, dejo de estar solo, estoy con ellos, mis personajes. Si en algo ayuda la escritura, es en hacerme huir de la oscuridad.

Si en una noche de insomnio de las que tanto padece, ¿qué fantasmas le gustaría que se le aparecieran?

Madero, Francisco I. Madero y San Ignacio de Loyola.

Hay una película de Buñuel que seguramente le gusta Simón del Desierto, donde aquel personaje sube y se queda de pie en una columna. ¿Si usted hubiera sido Simón del Desierto hubiera cedido a la tentación de la bella y joven Silvia Pinal y bajado de la columna?

Por supuesto. Más con Silvia Pinal. Si me hubieras dicho Patricia Reyes Espíndola no hubiera bajado. Pero creo mucho en lo que dice Oscar Wilde: "el hombre que resiste una gran tentación, no es digno de ella".

¿Eso es ser indulgente con el pecado? ¿Ignacio Solares es muy pecador?

Yo soporto todo menos la tentación, también como dice Oscar Wilde. Es que, depende qué se entienda por pecado, es una clasificación tan relativa. Yo me eduqué con jesuitas aquí en Chihuahua en El Regional y me metieron la idea del pecado en muchas cosas, contra la masturbación, las prostitutas, con muchas cosas en las que había cierta razón. Pero así como no creo en el infierno, tampoco creo en el pecado. Pero, algo que aborrezco es la Iglesia Católica y su concepto de pecado inverosímil, donde prohíben un condón y propagan el Sida de una forma criminal. Eso no es una Iglesia Santa. No creo en el pecado pero sí creo en el mal, en la traición, en la falta de humanidad, en la incapacidad para sentir el dolor del prójimo, la violencia, la guerra, en el mal... en él sí creo.

Pero, ¿existe alguna Iglesia Santa en el mundo?

Yo creo que el único cristiano-cristiano fue Jesucristo. Yo por eso digo que el gran reto de los católicos es convertirse al cristianismo.

En su etapa de novelista histórica, ha novelado gran parte de la historia de México y nunca le ha atraído Benito Juárez, no le atrae?

No. Ni él ni Porfirio Díaz. No le he visto un ángulo que me atraiga. Me gustan los que son medio religiosos, místicos, espiritistas. Eso me atrae poderosamente la atención. Me parece muy importante pero no me ha hecho clic. Digamos que es como el amor y los amigos... los autores, hay unos con los que embonamos y otros con los que no.

¿Con qué autores no ha hecho clic Ignacio Solares?

No pude con uno muy de actualidad que es Murakami. Hay muchos que he empezado y no paso de las primeras 50 páginas o del primer tomo. Philip Roth es uno que tampoco me apasionó. De Tolstoi me gustan algunas cosas pero no todas.

Usted ha entrevistado a muchísima gente, ¿cuál es la entrevista más fascinante que usted ha hecho?

Una con Gabriel García Márquez que no quería darme, porque toda la entrevista explica porque no soporta las entrevistas y porque nunca volverá a dar una. Es larga, y me decía que le quitan el tiempo. Es buenísima porque al irle preguntando, él va rechazando responder. ¿Por qué no escribe más? Pregunté, «porque no me dejan los periodistas como tú que están todo el tiempo jode y jode y jode», me respondió. Pero luego nos hicimos amigos, con la condición de que jamás lo volviera a entrevistar, incluso hizo el prólogo de mi libro de Cortázar.

Y, ¿usted se ha sentido en el mismo impulso de decir (esperamos no sea ésta): no quiero dar una entrevista?

Según, efectivamente. Seguro que me ha pasado. Es importante que el entrevistador haya leído mis libros, de ser posible que los haya releído, como decía Nietzsche «el escritor no quiere que lo lean, quiere que lo aprendan de memoria». Así que la clave de la entrevista siempre será el contexto.

Señor, alguna anécdota de las muchas que tiene, que sea su preferida con Carlos Fuentes.

La última vez que lo vi. Fuimos a comer él con su esposa, yo con la mía a Sanborns, el que está junto al monumento a Obregón. Carlos decía que ahí estaban las mejores enchiladas del mundo, eso pidió y yo pedí unos chilaquiles y de pronto, en algún punto no se había acabado sus enchiladas ni yo mis chilaquiles, y de pronto, ¡él comienza a comerse mis chilaquiles! Entonces su esposa le dice: ¿Oye, pero por qué te estás comiendo sus chilaquiles? Y Carlos Fuentes respondió: porque es mi cuate. Esa anécdota nunca la voy a olvidar porque sí, éramos cuates.

¿Cuál es su libro más redondo?

El último siempre. Pero también tengo especial gusto por Invasión. Es un libro que me gusta. Me parece el más logrado.

¿Cuándo otro libro de cuentos?

Cuando me patee la musa. Tengo sueltos pero es un género muy difícil.

Algo que le gusta es el juego del inconsciente:

Una fragancia: Armani

Un poema: Muerte sin fin

Un amigo de la infancia: Montemayor

Un cineasta: Visconti

Pesadilla recurrente: Me caigo al vacío

Un maestro: Ferro Gay

Un torero: Enrique Ponce

Un dicho popular: «Ahí nos vemos»

¿Freud, Jung y Fromm?: Jung

Para ligarse a una mujer, ¿Sabines o Paz?: Difícil, pero me quedó con Sabines.

De los escritores jóvenes chihuahuenses, quién será el próximo destacado a nivel nacional: Me gusta Ramón Gerónimo Olvera.

Platillo favorito para cocinar: No sé ni partir un huevo

Y comer: Todos, pero la comida japonesa en general.

Cerveza o whisky: Cerveza y whisky

Chihuahua: Los mejores años de mi vida

Cómo es el cielo que le tienen prometido: Es un lugar donde voy a poder volver a fumar.

¿Cuál es el problema de Ignacio Solares, como escritor?

Es un lugar común pero la página en blanco. Ese «volver a empezar», sobre todo luego de terminar una novela y tengo esa depresión postparto, se pone feo. Pero por otro lado no entiendo la vida si no es escribiendo. No sé carpintería, jardinería, no sé hacer nada, sino escribir.

¿Y cómo hombre?

Diría dos frases, una de Ciorán: «el problema del hombre es haber nacido». Y otra de Nietzsche: «esa enfermedad llamada hombre». Las dos quieren decir que estás jodido.

Si Chihuahua es la ciudad dueña de los mejores años de su vida, ¿por qué se fue y la dejó?

Me atrapó la entropía de la UNAM. Yo no soy egresado de ella porque no he salido. Ya no pude regresar. Me casé muy joven, me divorcié, tuve dos hijos, luego me volví a casar con otra defeña. Y el divorcio implica sacrificios, incluso hasta el deseo de no haber nacido.

Además de la escritura, ¿qué otros amores tiene en su vida Ignacio Solares?

Mi familia, la literatura y los toros... aunque depende a quién le preguntes, porque a veces creo que son la literatura, mi familia y los toros. Aunque si le preguntas a mi esposa te dirá que es la literatura, los toros y la familia.

Sobre Los Colores del Recuerdo, ¿qué opinión le merece ese libro?

Es un recordatorio de lo que los chihuahuenses han logrado en más de 300 años de historia. Es un regalo para la ciudad, donde se convocan a 23 escritores, 22 fotógrafos, 74 textos y 67 lugares emblemáticos que explican por qué mi amigo Carlos Montemayor tuvo razón al escribir: «ser de Chihuahua es mejor que ser de cualquier otro lugar del mundo». Por eso este libro es una gran idea que da a conocer a todos los mexicanos la belleza y riqueza de la capital del estado más grande de la República, en su esplendor, vibrante y próspero.

Este libro es una conjunción de palabra e imagen, de diálogo y testimonio escrito y gráfico de edificios, rostros y lugares de los habitantes de Chihuahua de ayer y hoy. Porque es justo decirlo: nada de lo que hay en Chihuahua se entiende sin el carácter único de su gente. Ya lo dijo José Fuentes Mares en Y México se refugió en el desierto: «Es posible la vida en esta tierra. Como los líquidos, los organismos y las almas se ajustan a su continente, adoptan su forma, proclaman sus virtudes y sus miserias. En este medio se ha forjado una raza al tono de la tierra, la nueva raza castellana en este trasunto de Castilla; raza frugal, fuerte, lucha por lo elementar; lucha por comer, por sobrevivir al naufragio constante», porque «un 12 de octubre, en la confluencia de dos riachuelos, alguien dio el grito de ¿agua! Y se fundó Chihuahua». Este libro es eso, un recordatorio de todo esto.

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