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miércoles, julio 02, 2014

Noticias / México: Homenaje Nacional a José Emilio Pacheco en el 75 aniversario de su nacimiento

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La música del chelista Carlos Miguel Prieto celebró, en la Sala Miguel Covarrubias, el cumpleaños del poeta de la ciudad de México a quien sus lectores, amigos y colegas recordaron con cariño. Luis García Montero, Darío Jaramillo Agudelo, Hugo Verani, Elena Poniatowska, Julio Ortega y Eduardo Lizalde participaron de este reconocimiento. (Foto: Juan Boites / El Universal)

C iudad Juárez, Chihuahua. 1 de julio de 2014. (RanchoNEWS).- Absolutamente emotivo y cálido fue el Homenaje Nacional a José Emilio Pacheco en el 75 aniversario de su nacimiento. La figura tutelar y generosa del escritor fallecido hace cinco meses permeó en todo momento y los calificativos sobre su obra y su persona fueron inagotables: conciencia lúdica e irónica, ser humano bueno y generoso, escritor que tocaba con maestría todos los instrumentos, crítico de los poderes y gran fabulista, reportan Yanet Aguilar y Abida Ventura para El Universal desde la Ciudad de México.

Durante el Homenaje organizado ayer en la Sala Miguel Covarrubias del Centro Cultural Universitario, en el que participaron amigos, colegas, lectores y editores, entre ellos Hugo Verani, Julio Ortega, Darío Jaramillo, Luis García Montero, Elena Poniatowska y Eduardo Lizalde, los cientos de asistentes reunidos para evocar la figura del llamado «Gran poeta mexicano», corroboraron que Pacheco fue un gran hombre, un gran ser humano y una conciencia que encausó su postura crítica.

Conmovida por esa reunión de amigos que querían y conocían a Pacheco, su viuda, Cristina Pacheco, comentó que sigue pendiente el trabajo de reunir los artículos que el autor publicó en su columna «Inventario». «Es un trabajo muy extenso. Hay que reunirlo pero no quiero tomar ninguna decisión tan rápida, no es fácil lo que ha pasado, me va a costar mucho trabajo sobreponerme, lo estoy haciendo pero no quiero forzar nada... es una pérdida terrible, en esas condiciones uno no piensa con absoluta claridad».

En el Homenaje, al que asistió también su hija Laura Emilia, el rector de la UNAM, José Narro Robles, y decenas de amigos y lectores que conmemoraron el 75 aniversario del autor de Las batallas en el desierto y Los elementos de la noche, el poeta colombiano Darío Jaramillo calificó a Pacheco como un ser humano bueno y generoso en la intimidad, y como un escritor que tocaba con maestría todos los instrumentos: novelista, cuentista, ensayista, traductor y cronista.

«De todas sus facetas, la que me es más cercana y me marcó, es su poesía. El tema más notorio en la poesía de Pacheco es el tiempo», señaló el poeta que además destacó que José Emilio realizaba todo con inagotable lucidez y con plena conciencia de escribir palabras y de producir arte.

Jaramillo destacó su crítica a los poderes y su permanente e insoslayable enfrentamiento con la violencia del poderoso, dijo que detrás de cada palabra que escribió, Pacheco reinvindicó los contenidos más allá de las formas. «Hoy en su cumpleaños 75 ya podemos hacer nuestro propio balance: José Emilio Pacheco es uno de los grandes poetas mexicanos, un nuevo clásico para sus lectores de hoy y para quienes llegamos a su poesía después de él y encontramos su tono, su apego al contenido, su nunca renunciado propósito de intentar lo imposible».

Entre lecturas de sus poemas en la voz de Luis García Montero y Eduardo Lizalde; entre acordes de tres piezas del chelista Carlos Prieto y las evocaciones nostálgicas y emotivas por el poeta que se adelantó, el estudioso Hugo Verani dijo que son pocos los escritores como José Emilio Pacheco, que enlazan con tal maestría la reflexión y la creación literaria. «Su sabiduría no fue un obstáculo para su capacidad inventiva, aunque solía repetir que él no inventaba nada».

Verani señaló que su crítica estaba condicionada por la sensación de deterioro y desamparo pero percibía la fugacidad de todo lo viviente de una manera concisa y decantada.

El crítico literario Julio Ortega, quien leyó una carta que le enviara Pacheco el 27 de marzo de 1973, celebró su poesía, su característico nomadismo y lo que llamó «cortesía barroca y mexicana, pues siempre estaba pidiendo excusas por anticipado», así como su sentido apocalíptico.

Por su parte, su amiga Elena Poniatowska recordó los viajes que realizaron juntos a París, Berlín y Toronto, así como la calidez humana de ese «poeta que quiso ser sus iniciales: JEP».

«José Emilio llevó su JEP a su vida entera, no es que pretendiera desaparecer, es que su JEP abarcó además de sus ‘Inventarios’ una infinidad de tareas iniciadas desde el momento en que entró al suplemento México en la cultura».

A Pacheco, añadió la periodista, siempre lo acompañó también una cálida frase: «Perdone usted». Dijo además que fue un personaje central de la literatura mexicana durante los últimos 50 años y que hoy es imposible pensar nuestra literatura sin José Emilio Pacheco, ya que él humanizó la poesía, la platicó para que pudiéramos traerla a las calles y alrededor de ella colocó grandes temas de la vida, como la muerte.

Además de Poniatowska y José Luis Martínez, el investigador de El Colegio de México, Rafael Olea Franco, se refirió a las temática centrales de la obra de Pacheco, habló también de los orígenes el género que José Emilio creó y que llamó «Inventario», donde conjuga un repertorio de realidad y la inventiva o creación propia. Celebró la calidad literaria del poeta y la situó al nivel de la erudición de Alfonso Reyes y Octavio Paz.

La crónica de Jesús Alejo Santiago para Milenio

Fue una tarde lluviosa, de esas que sirven como atmósfera para la nostalgia, para la tristeza. Desde cuando menos una hora antes de la señalada, en la sala Miguel Covarrubias del Centro Cultural Universitario ya había decenas de personas afuera del recinto, a la espera de la evocación de uno de esos personajes que suelen llamar la atención de gente de todas las edades: jóvenes y adultos mayores, mujeres y hombres, enfrascados en traer a su presente algunas de las palabras escritas por José Emilio Pacheco.

Se fue el pasado 26 de enero, cuando nadie lo esperaba, si acaso la muerte se espera, y parece que se le extraña cada vez más, como se muestra con esos libros que llevan entre sus manos cada uno de los jóvenes, algunos de ellos ya empapados, pero resueltos a compartir esa frase de El principio del placer o de No me preguntes cómo pasa el tiempo, en el homenaje nacional que diversas instituciones culturales y educativas le brindaron en el día que hubiese alcanzado los 75 años de vida.

Adentro, familiares, amigos y, sobre todo, lectores, le recuerdan en una celebración en la que se combinó la poesía leída por Luis García Montero y Eduardo Lizalde, con la reflexión de Hugo Verani, Julio Ortega y Darío Jaramillo; en la que el chelo de Carlos Prieto precedió a las palabras de Rafael Olea Franco, Elena Poniatowska o José Luis Martínez S.

«José Emilio debería cumplir hoy 75 años», evocaba el colombiano Darío Jaramillo Agudelo, «ya en su ausencia, con afecto lo recordamos en la intimidad quienes fuimos sus amigos y conocimos el ser humano bueno y generoso que fue, mas en público celebramos al gran escritor, que tocaba con maestría todos los instrumentos: novelista, cuentista, traductor, cronista. Todo realizado con inagotable lucidez y con plena conciencia de escribir palabras y producir arte».

Una mirada al poeta, pero también al periodista cultural; un acercamiento lúdico al amigo y, además, la puesta en valor de sus narraciones y de una prosa como pocas se han producido, en la que hasta logró exacerbar un tono juguetón, sobre todo en sus «Inventarios».

Símbolo literario

El acercamiento a un «personaje fundamental de la literatura mexicana durante los últimos 50 años», como lo definiera Elena Poniatowska, para quien es imposible pensar en nuestra cultura sin José Emilio, como es imposible pensarla sin Sor Juana, Alfonso Reyes, Octavio Paz o Carlos Monsiváis.

«Humanizó a la poesía, nos la puso en las manos, la platicó para que pudiéramos traerla en las manos y decirla en la calle, en las aulas, en la manifestación, en Chapultepec, junto a ella acomodó como si fuera lo más fácil del mundo, los grandes temas de la muerte y de la vida, del viaje y del conocimiento».

Fue una tarde-noche en la que estuvo presente su poesía, en la voz de Luis García Montero y Eduardo Lizalde; la amistad con Hugo Verani y Julio Ortega, la música con el chelo de Carlos Prieto, su faceta de ensayista-periodista cultura, con Rafael Olea Franco al realizar una breve reflexión del significado de los «Inventarios», pero también algunas de esas facetas un tanto desconocidas, como la que compartió José Luis Martínez S., director del suplemento Laberinto de Milenio, al referirse a los guiones que José Emilio Pacheco escribiera para las cápsulas de Cine Verdad: «Pequeñas historias que nos contaron las voces de Claudio Obregón o Fernando Marcos, escritas por un hombre para el que todos los días fueron días de entrega, de una entrega permanente a la escritura».

Una tarde-noche para brindar por José Emilio Pacheco, el poeta y generoso ser humano.

Entre el rector de la UNAM, José Narro, y el presidente del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta), Rafael Tovar y de Teresa, estaban sentadas Cristina y Laura Emilia Pacheco: recibían saludos y abrazos, se acercaban funcionarios y jóvenes, pero a ellas les interesaba dejar el protagonismo en quienes estaban sobre el escenario. Al final de la ceremonia, unas pocas palabras.

«José Emilio siempre trató de convertir en poesía la realidad del mundo: es áspera, es difícil, es muy agresiva en ocasiones y él captaba todo eso, pero de tal manera, con su lenguaje, que uno podía navegar en esas visiones», decía la periodista.

Un acto que resultó emotivo, amistoso y con un ritmo muy natural, alejado de la solemnidad, a través de palabras de personas que Cristina Pacheco definió como muy distinguidas en el mundo literario y periodístico, si bien sobre todo resaltó el valor de que eran grandes amigos de José Emilio.

«Lo recuerdo leyéndolo, acercándome a sus cosas, y tratando de hacer mi trabajo lo mejor posible. Quiero que él se sienta orgulloso. Extraño todo, pero en especial la conversación», dijo Cristina a cinco meses de la partida del hombre al que estuvo tan unida, mientras muchos se acercaban a darle las gracias, como para que se las compartiera a José Emilio.


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