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lunes, julio 11, 2016

Libros / México: «Cristiano desagravio» de Guillén de Lampart

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Rescatan obra inédita de Guillén de Lampart. (Foto: Archivo)

C iudad Juárez, Chihuahua. 11 dejulio de 2016. (RanchoNEWS).- Un intelectual irlandés que llegó a la Nueva España en 1640 para usar la escritura como instrumento de libertad, encontró la muerte en la hoguera por órdenes de la Santa Inquisición. Ese rebelde que planeó la liberación de indígenas y esclavos recibió una condena de 17 años de cárcel. Ese escritor que rompió la secrecía del Santo Oficio para denunciar que en las prisiones se cometían crímenes de lesa humanidad, se llamó Guillén de Lampart (1611-1659), de quien actualmente se rescata su obra Cristiano desagravio. Una nota de Reyna Paz Avendaño para Crónica.

«Es el prototipo del rebelde ilustrado porque a partir de su conocimiento se dio cuenta que el mundo estaba mal y decidió hacer algo para cambiarlo, pero como era escritor lo que hizo fue escribir. Usó la palabra como un instrumento de rebeldía y de subversión», señala Gonzalo Lizardo, historiador de la Universidad Autónoma de Zacatecas que alista la primera edición de Cristiano desagravio.

Este irlandés llegó a la Nueva España en 1640 y dos años después fue hecho prisionero, hasta 1659 cuando cumplió su castigo: morir quemado en una pira por orden del Tribunal del Santo Oficio. Sin embargo, en el tiempo que permaneció preso, escribió cientos de páginas en las que abogó por su defensa, hizo textos misceláneos, poemas de ocasión y dos obras extensas: Regio Salterio, compuesta por 900 salmos y 17 himnos en latín, y Cristiano desagravio, escrita en condiciones excepcionales.

«Lampart se fugó de la prisión la noche del 25 de diciembre de 1650 y en vez de huir lejos, se puso a pegar carteles manuscritos en todo el centro de la capital denunciando los crímenes de la Inquisición. Guillén antes de entrar a la cárcel tenía una idea muy noble: pensaba que la Inquisición era una institución santa, pero cuando ingresó a la cárcel se dio cuenta de cómo maltrataban a los judíos y a los prisioneros en general, se indignó y por eso publicó los crímenes en todas las calles», comenta Lizardo.

Después, sucedió lo obvio: Lampart fue recapturado. Ya en la cárcel, convenció a los inquisidores de que escribiría un texto para aceptar los pecados que cometió al escapar, por lo que pidió tinta y papel para redactar una disculpa pública.

«El Santo Oficio aceptó, le entregaron pliegos de papel, confiados en que cumpliría su promesa, incluso permitieron que le quitaran el cepo de los tobillos y le pusieran unos grilletes que eran revisados tres veces al día, con el fin de que el reo escribiera con mayor comodidad. Pero el desagravio, Lampart lo escribió de forma irónica y volvió a acusar a la Santa Inquisición. Él sabía que todo lo que se escribía en la cárcel tenía que mandarse a España, a la Suprema de Toledo, era una manera de escribirle directamente a la Inquisición para acusar los tratos de la Inquisición mexicana», explica el historiador.

La intención inicial del texto de Lampart era retractarse de las acusaciones hechas por el Tribunal, defenderse de los cargos que le impusieron y demostrar que los únicos pecados que cometió los hizo estando en la cárcel, por eso alegó que tenía que ser perdonado, castigado y liberado justamente. «Pero cuando los jueces leyeron el escrito que el irlandés tituló Cristiano desagravio, lo consideraron una burla, archivaron los folios y a Lampart lo volvieron a encerrar», narra Gonzalo Lizardo.

¿Qué delitos cometió Lampart?

El Santo Oficio lo sentenció por la conjura de independizar la Nueva España del imperio español, plan que escribió en cuatro proclamas; conspirar en contra el rey, hacer que un hombre comiera peyote para adivinar el futuro y alterar el libre albedrío por practicar la astrología.

¿Y qué crímenes señaló Lampart en los carteles que pegó en las calles?

Procedimientos inhumanos e injustos. Por ejemplo, él decía que lo detuvieron tres años sin que lo visitara un inquisidor, es decir, sin derecho a audiencia. En 1642 cuando lo aprehenden, Portugal acaba de independizarse del imperio español y como en México había muchos portugueses que eran judíos, se les apresó a todos con falsas acusaciones. Lampart decía que eso era autoritarismo y envidia, que a los acusados no se les daba derecho a defenderse y que los torturaban para que se declarasen judíos.

«A Guillén eso le parecía crimen y, como cualquier preso, estaba sujeto al secreto de la Inquisición, es decir, tenía prohibido contar lo que pasaba adentro de la cárcel. Violó esa ley no escrita para denunciar los crímenes que se cometían, comentó que aprisionaron a los judíos no por ser judíos, sino por ser ricos y porque el Santo Oficio podía quedarse con sus riquezas».

Siglo Olvidado. 

Durante sus 17 años de prisión, la astucia de Guillén de Lampart fue un dolor de cabeza para el Santo Oficio de México, especialmente cuando escribió Cristiano desagravio, pues la Inquisición sumó esa obra al archivo de mil folios (actualmente resguardados en el Archivo General de la Nación), en los que, según Javier Meza González, se aprecia el enojo inquisitorial:

«El mismo día que don Guillén presentó su Cristiano desagravio, los inquisidores lo revisaron detenidamente; en su opinión el preso continuaba con su malicia y recurría a ‘cautelas y ardides’; además, el escrito contenía las acostumbradas ‘calumnias e injurias’ en contra del Tribunal y sus ministros. Inicialmente resolvieron no regresarle el escrito para que lo corrigiese, tal y como él lo quería, ni darle libros y papel para escribir […] Sin embargo, finalmente optaron por darle papel y libros, sólo si nuevamente los pedía», se lee en el libro El laberinto de la mentira. Guillén de Lamporte y la Inquisición, de Javier Meza González.

Lampart terminó de escribir Cristiano desagravio en febrero de 1651 y en opinión del historiador Gonzalo Lizardo es una obra inclasificable, porque inicia con un poema largo, después incluye narrativa autobiográfica, textos políticos en donde señala que la Inquisición no debe meterse en cosas del Estado, también tiene una parte teológica y otra jurídica.

«La primera parte es un testimonio de vida porque narra su biografía, la segunda parte es una refutación de los cargos que le hizo la Inquisición, la tercera es un tratado teológico argumentando que el perdón de los pecados es la virtud más grande a la que puede aspirar un cristiano y la cuarta parte es una propuesta para que se le castigue y sea liberado justamente. Además, incluye un prólogo que es el poema: Alcides magno».

Al tener tantos géneros literarios juntos, Lizardo considera que es una obra incatalogable. «Es una obra que tiene un poco de todo y un poco de ficción porque Guillén tenía una imaginación muy grande, le gustaba reinventar su vida. En una época en donde la literatura moderna aún no se formaba y aún no existían las novelas –por ejemplo, Don Quijote estaba recién salido de la escritura–, es una obra inclasificable».

¿Cristiano desagravio está escrita en español?

Sí, con muchas citas en latín de la Biblia y los padres de la Iglesia para demostrar que las conoce. Pero escribía en un español muy fluido, insisto que es un gran prosista, incluso es mejor prosista que poeta.

¿Cuál es la extensión de la obra?

Si lo pasamos en hojas escritas son como 120 páginas, pero originalmente son cerca de 78 folios.

¿Anteriormente se ha publicado parte de la obra?

Se publicó una parte en la Biblioteca Digital Mexicana (bdmx.mx), ahí está una primera versión que hice, después me di cuenta de que para entender este texto había que hacer un estudio crítico, entonces lo dividí en dos partes: un prólogo donde presento la figura de Guillén, su llegada a México y su historia, y una segunda parte donde, a partir del texto, analizo su visión del mundo jesuita combinada con su visión militar, de erudito y religioso, la cual nadie ha analizado.

«Guillén era loco en el sentido de que era excesivo, muy enérgico con sus convicciones y esa ambición es coherente con su pensamiento. Para Lampart, el hombre debía de esforzarse por ser siempre superior, entonces Cristiano desagravio es un derroche de erudición. Por el momento, estoy en las últimas etapas de revisión de ese libro que será una edición crítica editada por la Universidad Autónoma de Zacatecas».

Para Gonzalo Lizardo, rescatar la obra de Lampart es una oportunidad para despertar el interés por la literatura del siglo XVII, periodo olvidado por los mexicanos.

«El siglo XVI fue el siglo de la conquista, el XVIII la cuestión de la ideología criolla, el XIX de la Independencia ¿y el XVII?, al parecer a nadie le interesa. Es importante la figura de Guillén porque es una excelente ventana para conocer ese siglo a partir de la visión del mundo que tenían las diferentes partes de la sociedad, muchos piensan que el siglo barroco era una sola cosa, que todos creían en la Inquisición, pero los jesuitas pensaban diferente que los franciscanos y éstos diferente que los criollos. Hace falta estudiar los textos del XVII, analizar las circunstancias en que se escribieron, su contexto y buscar a los maestros de estos personajes».

De la hoguera al Ángel

 ¿Cómo y por qué llegó Guillén de Lampart a México? Andrea Martínez Baracs, historiadora por El Colegio de México explica que el motivo fueron intereses políticos complejos.

«Irlanda era profundamente católica y los ingleses querían dominar ese país, entonces a finales del siglo XVI y principios del XVII invadieron Irlanda, prohibieron la religión católica y despojaron a los habitantes de sus tierras. La consecuencia: los irlandeses migraron a España, a la zona católica. Así fue como Lampart llegó a España, ahí estudió y se ligó con la aristocracia local, con el conde-duque de Olivares que era el consejero del rey, éste lo favoreció y por eso se conectó con la Nueva España».

¿Por qué defendió a indígenas y esclavos?

Lampart llegó pobre pero era muy culto. Trabajó como instructor de los hijos de una familia, además comenzó a ayudar a los indígenas a elaborar sus demandas (recuperación de tierras), fue asesor de varios indios y se conectó en particular con un indio ciego de Taxco, con él inició a hacer los planes insurreccionales.

«Para él, España era para México lo que Inglaterra era para Irlanda: invasores sin derecho, sin la justificación de dominarlos. En su plan, Lampart pedía ser el nuevo rey de la Nueva España liberada, él se planteaba como noble hijo bastardo del rey Felipe III. Eso lo convirtió en amenaza y en un personaje mítico».

¿Quién decidió colocar el nombre de Lampart en la Columna de la Independencia?

Los temas coloniales se pusieron de moda en el siglo XIX y un escritor muy importante, Vicente Riva Palacio consultó los expedientes de Lampart en el Archivo General de la Nación, entonces basado en la lectura que hizo, escribió una historia novelada de Guillén, en la que combinó mucha verdad con mucha mentira, lo convirtió en mujeriego, parlachín y un poco como El Zorro. Eso llamó la atención de Porfirio Díaz, quien estaba planeando la celebración del primer centenario de la Independencia.

«Hicieron su estatua y la metieron al interior del monumento, ahí quedó en el corazón de México custodiando los restos de los héroes patrios. En realidad en el siglo XVII, cuando nadie hablaba de la libertad, Lampart cuestionó la legitimidad del dominio español sobre México y quiso separar a México de España, entonces lo consideraron un precursor de la Independencia».


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