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martes, septiembre 06, 2016

Noticias / México: Hay Festival Querétaro - Juan José Millás y su humor colateral

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El escritor y periodista durante su presentación en el festival. (Foto: Excélsior)

C iudad Juárez, Chihuahua. 5 de septiembre de 2016. (RanchoNEWS).- Vengo resucitando del Hay Festival. Querétaro le va bien al festival, aun cuando se notó que las autoridades y medios locales no le hicieron mucha promoción. Muchas charlas a medio llenar. Pero el programa, ése sí, repleto. Lamento mucho haberme perdido, por ejemplo, la charla de Jonathan Shaw, el poeta maldito del momento. Hijo del jazzista Artie Shaw, fan de Bukowski, un heredero de los beats, Jonathan Shaw tiene esta novela Narcisa en la que estoy hundiéndome ahora. El abismo me voltea a ver, escribe Concepción Moreno desde Querétaro para El Economista.

Pero al que no me perdí fue a Juan José Millás.

Millás es periodista y escritor. Caray, ¿hay frontera entre ambas cosas? Yo creo que hay casos en los que la transición entre literatura y periodismo es tan tersa que no se nota. Millás es así.

Pero lo más peculiar de Millás: es chistosísimo sin darse cuenta. Es un señor serio, que con la más perfecta straight face dice cosas desternillantes. Es como Christopher Walken, ¿me explico?

En su charla, la de Millás, acompañado por la periodista cultural Irma Gallo, contó, por ejemplo, que su novela El mundo (muy divertida) fue una especie de ser sombra de sí mismo. Que la comenzó como un reportaje y pronto se dio cuenta de que no era, qué diablos, ningún reportaje sino una novela en forma.

Todo nació de una sección que hacía para el diario El País titulada «La sombra», en la que Millás seguía todo un día a una persona cualquiera y describía su vida a partir de ese solo día.

Una vez le tocó seguir a un muchacho con síndrome de Down y resultó, cuenta Millás, que él, que iba con esta condescendencia que solemos tener con las personas con discapacidad, se empezó a dar cuenta del cambio de roles a lo largo del día. Primero parecía que Millás era el guardián del chavo Down y durante el día el papel fue cambiando: el chavo resultaba más inteligente y rápido que el reportero.

Contado así tal vez no suene chistoso, pero Millás tiene un timing para la comedia que bien lo podría convertir en el miembro español de Les Luthiers. Y él no es que lo planee, nomás le sale. Dijo que siempre le sorprende cuando alguien llega y le dice cómo se ha reído con su columna. No lo entiende. Millás es un comediante natural.

«El humor en mi escritura es un efecto colateral», dijo Millás-Walken. Y cita al filósofo Bergson cuando dice que el humor es una espera decepcionada. Se puede diseccionar así un chiste: anécdota absurda y punch line que subvierte lo anterior. Eso: una espera de algo que no llega o llega de manera transformada.

En la charla contó un montón de cosas de su infancia. En su casa no había libros. Lo único legible eran recibos y la enciclopedia Espasa-Calpe. En muchas casas clasemedieras de los 50, contó, estaba esa enciclopedia porque «daba buen tono». Millás niño se entregó encantado a la lectura de cada artículo enciclopédico y se quedó encantado, como Mowgli por la serpiente, con la entrada sobre el mimetismo, el arte de pasar inadvertido. Uno podría sacar a cuentas que ahí nació el Millás periodista. El periodista, dicen muchos (yo no coincido), debe pasar fuera de radar cuando está escribiendo. Ser un buen reportero es como ser un insecto de esos que se esconden en las hojas de las plantas tornándose verdes. Eso fascinó a Millás. También el artículo sobre la muerte, morboso el niño, era de los más releídos. «Me he pasado la vida compitiendo con ese artículo». El chaval de la enciclopedia sin darse cuenta se estaba convirtiendo en escritor.

«Lo que me interesa de la literatura es lo que desconcierta: la ironía, el efecto paradójico», dice, y nunca más cierto que en su novela, la más reciente, Desde la sombra, una novela de un absurdo cómico digno de Gogol. Es la historia de un tipo que se instala en un ropero y desde ahí observa la vida de una familia. Es como el revés de una historia de amor, un romance que no sucede sino hasta la última escena del libro. El germen del libro también está en la infancia de Millás: en su casa tenían ese tipo de roperos que en España llaman de tres cuerpos, enormes, imponentes, la casa de los monstruos.

En el reportaje, Millás se mimetiza. Explica que él no ve frontera entre la literatura y el periodismo. Es interesante, pensando en la discusión que hemos tenido en últimas fechas sobre la objetividad periodística. En fin, les recomiendo El mundo y Desde la sombra. Y gugleen el periodismo de Juan José Millás.


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